Desde la asunción del primer Kirchner, la relación entre los medios y el gobierno quedó marcada por la ausencia de conferencias de prensa oficiales. Jamás un gobierno democrático había evitado este tipo de actos que tienen como fin informar y responder al pueblo, a través de los medios, acerca de sus planes y actos. Claro que la parte de (des?)informar la realizan, pero la de responder… por eso, algunos periodistas intentaron, sin exito, otras formas de encontrar respuestas a sus preguntas: a través de otros funcionarios (frecuentemente no identificados), o persiguiendo al presidente y a sus ministros al mejor estilo CQC. Claro que las respuestas eran más que vagas: el presidente solía evadirlas mediante chistes de poca gracia (digámoslo así, Kirchner no tenía el mejor sentido del humor).
Ciertos medios, asimismo, de una línea un poco más cuestionadora, o hasta opositora, del gobierno fueron censurados a través de métodos sutiles como la pauta de la publicidad oficial. Esto es, para quien no lo sabe, los anuncios (de nuevas obras, por ejemplo) que el gobierno paga a ciertos medios para su difusión. Diarios como Perfíl fueron discriminados abiertamente de esta publicidad. Pero aún más lejos fue, sostienen en el diario, presionando a empresas privadas para que no pauten en el periódico. Así, sín publicidad pública ni privada, no hay medio que subsista. Otros medios de presión que el público no conoce son los llamados telefónicos de funcionarios a los periodistas o jefes de redacción.
Esta situación fue advertida varias veces por la SIP y por ADEPA, pero ninguna llegaba a la censura explícita: después de todo, si un periodista o un medio decidía arriesgarse, podía hacerlo y luego sufrir las consecuencias (si es que las hay). Formalmente, había libertad de expresión.
Pero claro, llegó Cristina y más tarde, el conflicto con el campo y las cosas cambiaron, en especial con dos de sus mansos peones mediáticos: el enorme y monopólico conglomerado multimediático del Grupo Clarín, y el programa humorístico-periodístico CQC.
La buena relación (aunque un poco histérica) con el Grupo Clarín se estableció cuando Nestor Kirchner le extendió la concesión de Canal 13 varios anios más, y sancionó una ley que evitaba que el conglomerado fuera comprado por grupos extranjeros. Mal que mal, sus medios solían alabar al gobierno y hasta a veces, ser su portavoz. Pero recientemente, la mandataria comenzó a desplazar su ira hacia este Grupo en particular, algo nunca visto. Nunca visto contra un (ex?) aliado, sí contra otros medios o periodistas. Todo comenzó con dos caricaturas que causaron cierto malestar en ella y en uno de sus súbditos, D’Elía. Esto provocó que en un acto en Plaza de Mayo, CFK se desahogara en críticas al dibujante Sabat. En ése mismo acto se podían observar pancartas con lemas que insinuaban la mala cobertura que realizan dos medios del Grupo Clarín: su diario homónimo y el canal de noticias TN. La respuesta del Grupo fue tenue y de ninguna manera confrontativa.
Esto cambió ayer, cuando D’Elía fue invitado a un programa periodístico en TN para debatir acerca del conflicto con el Campo. El tema se desvirtuó, y el dirigente terminó criticando al Grupo Clarín. Si bien este innombrable dijo varias verdades acerca del monopolio que ejerce sobre varios ámbitos, lo cierto es que parece ser la gota que colmó el vaso. Hoy el Grupo sacó todos sus caballitos de batalla y comenzó a defenderse, y hasta comenzar a atacar al gobierno. En TN le dedicaron largos momentos a cubrir los sucesos de ayer, en Canal 13 los panelistas de Duro de Domar hablaron extensamente acerca de la censura que existe y no puedo esperar para ver maniana la tapa de Clarín (ya que el programa de TN fue emitido pasada la hora de cierre de la edición de hoy).
Otro aliado del gobierno, CQC, también parece haberse ganado el odio del poder. El programa mandó a uno de sus reporteros a cubrir la marcha encabezada por D’Elía en la 9 de Julio, en la cual barrió con los manifestantes de clase media que estaban haciendo sonar sus cacerolas en contra de las medidas tomadas por el gobierno. Cuando éste intentó increparlo a D’Elía por los métodos en que éste utilizaba para «echar» a los manifestantes de la plaza (donde hasta golpes hubo), se comió unos cuantos insultos del dirigente.
El gobierno se está quedando sin aliados en los medios de comunicación (digamos que el siempre optimista Grupo Hadad no es suficiente, ni en cantidad de medios ni en audiencia), y por eso se le ocurrió una nueva manera de tenerlos «cortitos». Hace pocos días, la mandataria se reunió con las autoridades de la facultad donde curso, la más importante del país en materia de periodismo, para pedirles su opinión acerca de la cobertura general de los medios acerca del reciente conflicto con el campo. La respuesta fue sorprendente: palabras más, palabras menos, dijeron que fue tal la desinformación que reportaron que se sugirió la creación de un Observatorio contra la Discriminación en los medios de comunicación. Formalmente sería la apertura de un organismo que se ocupe de balancear las buenas y malas noticias. En la práctica, significa la censura de las malas noticias para el Gobierno.
El rumbo que está tomando la relación entre el gobierno y los medios de comunicación es cada vez más tensa, y más preocupante aún es la posición que toman los directivos de mi facultad, apoyando plenamente las acciones que atentan contra la libertad de expresión. Si desplazan este tipo de pensamientos hacia la parte académica, voy a tener que plantearme seriamente un cambio de casa de estudios.