
Viajar a Norteamérica se volvió un verdadero engorro para cualquier argentino desde el 2002. Lo que ya sufrían el resto de nuestros hermanos latinoamericanos, comenzamos a padecerlo también nosotros. Es que en ese año, y como consecuencia de haber pasado a ser oficialmente un país del tercer mundo, se ha excluído a la Argentina del Visa Waiver Program, un programa que permite a ciudadanos de selectos países del mundo, entrar a Estados Unidos sin visa previa. Lo mismo sucedió con Uruguay un año después.
Jorge comenta que el turismo en Estados Unidos viene en picada. Tomando el ejemplo en Argentina, hoy en día hay que pagar 131 dólares por una visa de ingreso único MÁS el llamado telefónico para consignar una cita con un agente consular ($50) MÁS el envío por DHL ($40 si vivís en Capital Federal, $44 si vivís en el interior). Parece digno de una publicidad de Master Card. La cuestión es que el viaje te termina costando unos 160 dólares además del vuelo. ¿Así quién tiene ganas de visitar Estados Unidos?
Este verano me voy a Toronto, Canadá y tuve la suerte de conseguir el único vuelo que no realiza escalas en Estados Unidos (de hecho es directo) y que, encima, resultó más barato que volar por una aerolínea yanqui (si al menos se justificara pagar por la visa…). Air Canadá vuela desde diciembre hasta abril de 2009, vuelos directos desde Buenos Aires 😉
La cuestión es que Canadá también pide Visa para ingresar a su país, lo cual te hace apreciar un tanto más a los europeos que permiten el ingreso gratuito a su continente (cumpliendo los requisitos formales, claro). La visa canadiense de turismo de entrada única cuesta alrededor de 80 dólares, la mitad que la norteamericana.
Fui el miércoles pasado a la embajada pensando que sería un trámite de no más de media hora. Qué iluso. Al llegar tenían una máquina detectora de metales y sensores de rayos X, tal como en la embajada norteamericana. Nada de celulares, nada de mochilas.
Suponiendo que sería similar en el mismo aspecto a la embajada norteamericana, pensé que tendrían 10 ventanillas de atención. No, tan solo 3 (sólo dos habilitadas). Y aproximadamente un centenar de personas esperando en un pequeño cuarto para que llamen su número (al menos estos no te lo cobran). La cuestión es que al calor, se sumó el enojo de muchos postulantes, ya que la embajada había cambiado de forma unilateral los plazos de entrega para la visa de tránsito (eso de la visa de tránsito me parece una verdadera estafa, como los yanquis, ¡te cobran por pisar un aeropuerto!). Ahora ya no era de un día para el otro, sino que demoraba una semana. Y te piden la misma sarta de papeles que para una visa de turista. Había mucha gente que se iba a China en menos de una semana, tenían escala en Canada y estaban que trinaban. Realmente no sé cómo se resolvió la situación (no bien, por lo que vi), pero yo digo, si el día de mañana se te muere algun familiar en Canadá… ¿tenés que andar esperando una semana para una maldita visa? Esta gente no tenía manera de tramitar una visa urgente, y de hecho había un caso similar al relatado ahí. Lo peor de todo es que no ofrecen un servicio de atención de visados por teléfono, por lo que te piden que mandes un mail, un fax o revises la web. El problema es que la web está desactualizada, y los plazos no figuran o son incorrectos.
Para peor, con el preconcepto de la embajada norteamericana y suponiendo que los canadienses serían un poco más relajados con los requisitos, omití llevar copias de mis extractos bancarios y de tarjeta de crédito. Cuando saqué la visa para ingresar a Estados Unidos el año pasado, no me pidieron ninguna prueba de mantenimiento económico. Y en el sitio web de la embajada, los mencionan como algo optativo. Pero a los canadienses parece que es justamente eso lo que más les interesa. 2 horas después, presenté todo lo formal y obligatorio, y me dijeron «no, volvé cuando tengas una prueba fehaciente de mantenimiento económico».
Me comí las puteadas, di media vuelta y salí a respirar un poco de aire. 2 horas encerrado, para colmo, porque no te dejan salir.
Lo peor es que te sale la indignación de adentro y querés decirles… ¡¿porqué mi$#%@ no hacemos lo mismo nosotros, como los brasileños?! Y no, el turismo. En fin, quedan advertidos.