Ayer tuve una fiesta por la noche, que terminó alrededor de las 6. Imaginarán mi sorpresa al salir del boliche y encontrarme en pleno noviembre con un frío digno del polo. No es que me guste el frío, lo prefiero al calor, en especial en la ciudad. Pero es una locura: 2.5°C, la temperatura más baja registrada en 90 años. Evidentemente fue el broche de oro para «el año en que nevó en Buenos Aires». ¿O es que el alterado clima nos tiene otra sorpresa guardada antes del 2008?