Cumbre de las Américas I: Hasta que el río nos separe

Lo que tenía que pasar, pasó. Pero de la peor manera, y en el peor momento: sólo 10 minutos antes de estrecharse en un hipócrita abrazo con el primer mandatario argentino pidiendo «que un río no nos separe», el presidente uruguayo ya había dado la autorización de operación a la papelera Botnia. La forma superó al contenido, y provocó la ira de Argentina y España (mediador del conflicto). Y con mucha razón.

No pretendo tomar posiciones en el conflicto. Más allá que considero que la papelera es un gran monstruo contaminante al que me opongo, jamás culparía totalmente a Uruguay por la forma en que se dieron las cosas. Es cierto que violó un tratado internacional, y veremos qué dice La Haya al respecto, pero también es cierto que Botnia probablemente fue a parar a ésa costa del río porque pedían sobornos más baratos que acá. Ni por mencionar que nosotros ya tenemos varias papeleras funcionando plácidamente sobre nuestros ríos. Pero como siempre, cuando se le toca el culo a la clase media, ésta salta como leche hervida. Pasó en el 2001 con sus ahorros, y volvió a pasar ahora con el valor de los terrenos en Gualeguaychú (que se devaluaron).

Uruguay no va a renunciar a la mayor inversión en su historia, así que veremos de qué forma se resuelve el conflicto. Por mi parte, extrañaré bañarme en las aguas de ésa ciudad. Ah, destaco el sitio Botnia.com.ar… muy creativo trabajo de los asambleístas.

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